Resumen de la conferencia de Concepción Rodriguez Moreno sobre la representación gráfica del patrimonio a lo largo de la historia.
El ser humano
siempre ha tenido la necesidad de representar su entorno.
De la época de
la prehistoria encontramos pinturas muy esquemáticas que describían su entorno y
su día a día. Dichas pinturas no tenían ningún rigor pictórico, pero si nos
pueden ayudar a conocer muchos datos, incluso la manera de construir:
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En Egipto encontramos
maquetas a escala real para complejos arquitectónicos como la tumba de Zoser,
proyectada por Inhotep (primer arquitecto que se conoce).
También había jeroglíficos,
dibujos que con una perspectiva muy forzada, pero ya con una serie de reglas
como personajes de distintos tamaños para crear profundidad.
En Grecia ya se hacía planos
muy parecidos a los nuestros, pero por desgracia no se conserva ninguno. Sin embargo, en las obras que se conservan de
esta época podemos ver una serie de líneas de replanteo o planos a escala 1/1 llamados monteas y servían para guiar la construcción
de las obras.
Llegando el Imperio Romano
encontramos construcciones tan curiosas como Urbis Romae, grandes placas de mármol
con el plano de la ciudad.
Encontramos otra vez pinturas con un intento de perspectiva.
Tras la involución que se sufre durante la Edad Medias (en la cual la
figura del arquitecto se pierde y llega el artesano) llega el Renacimiento con
el invento de la perspectiva cónica.
En el neoclasicismo encontramos los grabados de Piranise, donde se mezcla
la realidad con la fantasía.
Con el realismo empieza el uso de la fotografía, perdiendo los estudios de
color ya que las fotos eran en blanco y negro.
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